Chiapas: Nuestra Peregrinación es un acto para dar visibilidad a los que han sido masacrados

PROVINCIA ECLESIÁSTICA
DE CHIAPAS

Tuxtla Gutiérrez. A 13 de septiembre de 2024.

Comunicado por La Paz, de la Provincia de Chiapas.

Esta Peregrinación por La Paz y la oración ecuménica que este mismo día estamos realizando, tiene el claro objetivo de unir nuestras voces a las miles de víctimas de la violencia tanto en el país como en nuestro querido Estado de Chiapas, que muchas veces son silenciadas, minimizadas e ignoradas por aquellos que tienen en sus manos el poder de actuar para impedir estos sufrimientos.

Nuestra Peregrinación por La Paz, más allá del número de creyentes que haya convocado, quiere ser un acto para dar visibilidad a las víctimas, no sólo a los que han tenido que huir de sus comunidades, sino también a los que han sido masacrados impunemente por negarse a colaborar con los criminales o ser extorsionados. Recordamos con dolor la masacre de los 11 hermanas y hermanos en el Ejido Nuevo Morelia, el 11 de mayo de 2024 y muchas personas asesinadas impunemente en los diferentes municipios.

La Provincia de Chiapas, conformada por la Arquidiócesis de Tuxtla y las Diócesis de Tapachula y de San Cristóbal de Las Casas, desde finales de 2023, volvieron a señalar el incremento de la violencia por los cárteles que se disputan el territorio en la Frontera con Guatemala, lo que ha ocasionado desplazamiento forzado de la población de su lugar de origen hacia otros municipios del Estado, como a la zona Sierra e incluso hasta refugiarse en el país vecino de Guatemala.

La violencia generada por los grupos del crimen organizado, en guerra por el control del territorio, ha ido avanzando considerablemente en varios municipios de nuestro Estado de Chiapas: Frontera Comalapa, Chicomuselo, Bella Vista, Siltepec, Amatenango de la Frontera, El Porvenir, La Grandeza, Bejucal de Ocampo, Motozintla, Ángel Albino Corzo, La Concordia, Villa Corzo, Villaflores, La Trinitaria, Las Margaritas, Maravilla Tenejapa, Benemérito, Frontera Corozal y Palestina del municipio de Ocosingo, Tila, Altamirano, Oxchuc, Pantelhó, Chenalhó, sólo por mencionar algunas entidades donde se ha agudizado, se manifiesta con constantes enfrentamientos y la gente vive aterrorizada.

Declaramos que la causa de esta violencia, se origina por los intereses que impulsa la construcción de una infraestructura de despojo de los bienes naturales y servicios de los Pueblos Originarios, promovida a través de megaproyectos como la minería, la extracción de petróleo, la construcción de puentes y supercarreteras, la privatización del agua y otros bienes naturales. Así como también favorece una economía ilícita mediante el tráfico de migrantes, drogas, armas, entre otros.

Esta economía desarrollista requiere de tierras y territorios libres de pobladores, por lo que está dejando pueblos vacíos en zonas de conflicto, sin que el gobierno del Estado lo reconozca como Desplazamiento Forzado, originado por la violencia que imponen los cárteles, solamente habla de personas «en situación de vulnerabilidad», como si la violencia fuera causada por un desastre natural.

El aumento exponencial de la inseguridad ha incrementado los asesinatos y las desapariciones forzadas en las comunidades, las personas son utilizadas como escudos humanos en los enfrentamientos de los cárteles; viven en situación de esclavitud al no poder transitar libremente por sus comunidades, carecen de alimentos y servicios básicos. Además son obligados para estar en los retenes llamados «filtros» que los cárteles mantienen en las comunidades como medida de control y se tiene que pagar una cuota obligatoria en caso de no poder estar en dichos filtros. Por ello, ante la incertidumbre y el temor de lo que pueda pasar, los habitantes huyen de su comunidad, teniendo que dejar todo su patrimonio por la desaparición y muerte de sus familiares.

Toda esta experiencia de acompañamiento a las víctimas de la violencia, que ha implicado escuchar, rezar, llorar e indignarnos con ellas, es la que nos hace estar hoy aquí, y junto con nuestra fe, nos dan la fuerza para plantarnos delante de las autoridades para decirles, para pedirles encarecidamente: ¡detengan este sistema de muerte! La historia los juzgará por su indolencia, por la incapacidad para proteger la vida de los inocentes! ¡Estarán en la memoria de los pueblos pobres como parte de sus verdugos! ¡Aún están a tiempo para dar respuestas que lleven a eliminar las raíces que generan este sistema de muerte! La sangre de las y los hermanos muertos ante su indiferencia cómplice, los perseguirá inquietando lo que les quede de conciencia!

Por eso hoy, como un signo sinodal y de unidad como Provincia Eclesiástica de Chiapas, nos comprometemos a continuar tejiendo los lazos de PAZ CON JUSTICIA Y DIGNIDAD.

Demandamlos a los tres niveles de gobierno que tienen principalmente la responsabilidad de velar por la seguridad de todas las y los ciudadanos, de consolidar el estado de derecho, el respeto a los Derechos Humanos y colectivos (educación de niñas y niños, acceso a la alimentación, el libre tránsito, entre otros). Así como el establecimiento del orden social sin poner en riesgo a la sociedad civil, la desarticulación y el desarme inmediato de los grupos criminales. La recuperación del territorio para que las familias de la región estén en su propia tierra, la trabajen con normalidad y vivan con seguridad, paz y tranquilidad. La gente no podrá regresar mientras los grupos criminales sigan en el territorio.

Nosotras, nosotros, creyentes en Jesucristo, seguiremos nuestras acciones de denuncia contra la cultura de muerte, seguiremos anunciando la esperanza que nos viene del proyecto del Reino que anunció Jesús. Con nuestras acciones organizadas como Provincia de Chiapas, como movimientos eclesiales y sociales, seguiremos aportando nuestros esfuerzos para reconstruir el tejido social tan dañado en nuestro Estado. Contamos con la fuerza que imprime en nosotras y nosotros La Ruah: fuerza del Espíritu que impulsó a Jesús, misma que nos inspira y mueve a buscar creativamente los caminos de La Paz y de la Reconciliación

«Para decir no a la guerra, es necesario decir no a las armas…
Toda guerra es una derrota».
(Papa Francisco).

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